NI ITTI KOONE
Esta exposición es un homenaje a quienes después de habitar el territorio Colombiano provenientes del sur, en uno de los procesos con los cuales se realizó el poblamiento del continente suramericano a lo largo de los años 3500 antes del presente, se convirtieron en sociedades que ejercieron una actividad cultural, bajo el nombre genérico de Chimilas, en toda la zona plana de la orilla oriental del río “Grande de La Magdalena”, desde la depresión Momposina hasta la desembocadura en el delta conformado entre Bocas de Ceniza y el complejo lagunar de la Ciénaga Grande en la zona Caribe de la República de Colombia.
Ese mismo pueblo recibió los ataques sistemáticos de los conquistadores desde 1.550 durante doscientos años, hasta la reducción forzada a “pueblos de indios”, fundaciones y parroquias, posteriores a la disminución de sus poblaciones por masacres justificadas en su resistencia y en mitos construidos en torno a su “salvajismo y realización de prácticas de canibalismo”, llevándolos prácticamente hasta su extinción.
El mayor mérito para este homenaje, reside en haber conservado su capacidad de memoria tradicional
acerca del conocimiento y la forma de relación con el ambiente silvestre de lo cual provienen las narraciones que han inspirado, si no todos, la mayoría de los cuadros de ésta muestra. Esa misma memoria es la que les ha servido para construir una nueva sociedad y un futuro propio en el espacio territorial, pequeño comparado con el antiguo, que les ha sido reconocido por el Estado en calidad de resguardo: Issa Oristunna (Tierra de la Nueva Esperanza) para los étte e’nnaka (Chimilas).
Se tomó como nombre para esta propuesta del casi extinto vocablo Chimila: “Ni itti Kóone” o “Territorio del Jaguar”, ya que este felino fue motivo de culto y chamanismo para esta etnia así como en toda la América precolombina, como muestran sus diferentes expresiones de arte en cerámica y orfebrería.
Por último el pintor dibuja a su manera, un testimonio de la majestuosa exuberancia de la vegetación que alguna vez fue el común denominador de esta zona Caribe Colombiana, paisaje en el cual el “tigre” o jaguar era el señor de los superpredadores. Pero debido a la tala ininterrumpida de las selvas para la “civilización” de sus tierras, y a la incesante depredación del colonizador, ha dejado arrasado gran parte de este territorio poniendo en grave peligro de extinción a toda la cadena ecológica, quedando para la posteridad solamente recuerdos y anécdotas que no se deben olvidar con el tiempo.
El artista resalta que las vivencias de infancia, reforzadas por la capacidad descriptiva en las narraciones de los nativos y de quienes habitaban los remotos parajes de la región Caribe Colombiana, debieron ser elaborados en la soledad de su estudio (taller) con la nostalgia de no poder relacionarse con su realidad debido a que el análisis e investigación anterior a la ejecución de la obra, se realizó en época de violentas condiciones de orden público.
EDUARDO RAMÍREZ OCAMPO